martes, agosto 07, 2007

Una verdad por un diente

Vacío extraño,
abismo elegido pero extraño,
y no abismo del todo,
y no elegido del todo.
Abismo.

Pérdida, desorientación,
brújula que cayó por el barranco.
Ir detrás de ella, no puedes.
Buscar anclajes, los existentes,
los que no ves, hechos seguros:
se nos han de caer todos los dientes de leche.

Año tras año, se mueven sus estructuras,
se tambalean, duelen, caen y calma...
Nacen otros. Este año tocaste tú.
El diente que conecta el alma con el beso
al rozar con él antes de salir.
Diente que se estremece con el frío
del recuerdo que ya no conmueve.

Sentiste que querías volar, tener tu espacio,
caminar sin andador y, ahora,
te das cuenta de que no tienes alas,
ni espacio, ni siquiera piernas.
La inseguridad lo baña todo y
te agarras y te arrastras de pomo en pomo,
de perchero a rama, a barra de autobús.

El diente se ha caído.
Lo pondré debajo de la almohada,
la cabeza encima. Dormiré
y, al despertar, sólo espero que Pérez
conserve mi dirección.
Una verdad, por favor,
una verdad por un diente.