miércoles, septiembre 22, 2010

El viento subterráneo

Hoy se me han caído unos papeles a la vía del metro. No eran nada del todo privado, sólo las primeras hojas de un escrito que habíamos recibido varios, sin otra pretensión literaria que la de conservar el calor del verano -por otra parte, tan propia de estos días-. Sin embargo, ese incidente me ha hecho pensar en qué hubiera pasado si llevara en la mano el código secreto de la caja fuerte del Banco de España, o peor, una carta secreta de amor a uno mismo, o, peor aún, la confesión escrita de Dios diciendo que ha pecado.



En la foto: un poco de calor estival atrapado por Raymon.