miércoles, noviembre 28, 2007

Berberechos sin vinagre

El tiempo se queda corto para ser uno mismo. Desplegarse frente al mundo en su versión de berberecho -igual del revés que del derecho- a menudo se reduce al encuentro con amigos, amores, familias u onanismos (también mentales). Y uno se pregunta: ¿a dónde vamos a parar mientras tanto? ¿Si durante demasiadas horas no nos desplegamos seguiremos teniéndonos a mano? Con esta inquietud, últimamente me miro más a menudo las manos. Al principio sólo veo carne, otras veces las manos de mi abuela, pero, al final, mi misma ausencia me recuerda que esos ojos son los míos.

P.D.: A partir de ahora voy a titular mis posts con nombres de platos. Es un truco rastrero para hacer caer a gente que busca en Google en mi blog, después de constatar que la cocina es uno de los mayores motivos de consulta en Internet. Como no tengo nada que explicar a nadie a este respecto, a parte de recomendarle el libro de magia "La cuina que no amoïna", el resto del post no tendrá nada que ver con el título.

P.D. 2: He recibido carta de Oliva! Está de erasmus en París, para culminar su formación mecanográfica...

domingo, noviembre 25, 2007

Se santigua - A nuestras abuelas

Atraviesa el portal
Y se santigua.
La ciudad nunca
le pareció fácil.

Mira a los lados
y camina.
Sabe adónde va,
también su hija.

La vino siguiendo
desde la azotea en la que separaba
las habas
de las vainas.

Pero en los veranos vuelve.

Y sus nietos se quejan
de lo que pican los brazos al coger
las judías que ella seca
con unos lagrimales,
que se hicieron esponja
por no convertir en gris
el negro de su ropa.

sábado, noviembre 24, 2007

Taksis!!

(Basado en conversaciones reales)
Él: 49, ¿cómo va la mañana?

49: …

Él: Hombre, irá mejor que ayer, que hay más faena…

Otro: A ver, que a nadie se le ocurra coger el carril de conos de vuelta del aeropuerto. Los están retirando y el coche de la guardia civil va en contra dirección…

Él: Alegre esa cara 16, que va seria!

16, en el carril de al lado: Buenos días

Él: Bon dia, mujer, buen día. Hoy hay más faenilla…

16: Ayer se ve que fue peor, ¿no?

Él: ¡Bua, de qué no me peleo con mi mujer… y he pillado una galipandria!
A ver si dejo a esta chica y me voy para el aeropuerto.

El de más allá: Hola, llamaba para pedir un taxi.

Ella, con voz gris: Muy bien, ahora mismo se lo mando

Ella, con voz robotizada: Hay un servicio en Plumasa, ¿alguien quiere contestar?

Ellos, desde sus jaulas forradas de tela:
Piu, piu;
piu-piu-piu;
pi…

La música: (¿alguien se sabe una sevillana? No pude coger la letra)

Desde la recepción: Hola, buenos días, un taxi al Ítaca

Ella, gris y robotizada: Sí, ahora mismo te lo envío

Él: Si es sosa la tía…

El de más allá, avergonzado: Hola, llamo de Plumasa, que he pedido un taxi y quería cancelarlo…

Dos conclusiones:

1. Nunca sabes dónde te espera el canto matinal de unos pajarillos (reales, a pesar de la duda inicial, descartada al repasar los múltiples artilugios de ornamentación candidatos a emisores del sonido, véase: los zuecos holandeses que cuelgan del retrovisor no pueden ser, …), incluso si el metro no funciona y el alquiler de bicis tampoco

2. Ten cuidado con lo que dices cuando llames a un taxi, te puede estar oyendo tu madre…

sábado, noviembre 17, 2007

The place where the ansiedad se posa

N. De Ll. lanzó una pregunta al aire: “Si el cuerpo humano tiene un 65% de agua, ¿en los países lluviosos se pueden desbordar los cuerpos?”
...Y el aire le respondió:
Así es, se desbordan por el siguiente procedimiento: el agua comienza a filtrarse en los cuerpos por los mismos poros del cuero cabelludo por los que se absorbe la vitamina Pro 5 del Pantene Pro-V. Se desliza por la superficie del cráneo como por la de un paraguas hasta encontrar un orificio que la conduzca a los entresijos del cerebro. Allí, la materia gris se vuelve blanca y, en cada pliegue de masa, se van posando las gotas que, poco a poco, con el tiempo, harán saltar los sistemas de conexión neuronal por inundación. Descienden por todas partes: por el interior de la frente, por el eje central que divide sus dos hemisferios, por su reverso alcanzando la nuca y rebotando en cada una de las vértebras. Llega al trasero y, si el país no es muy lluvioso, como es el caso de España, se queda ahí y las consecuencias no son graves: retención de líquidos, celulitis, caderas anchas... no hay más. Pero si el país es Escandinavia, donde además de llover, nieva, los efectos de la infiltración pueden ser devastadores. Las gotas alcanzan entonces la totalidad de las piernas, atraviesan los senderos marcados por las varices, resurgen en forma de ampollas al llegar a los pies y a continuación: lluvia y más lluvia. Agua y más agua. El nivel freático supera los tobillos y, de ahí, regresa con fuerza hacia las rodillas, llenando ahora cada espacio del interior del cilindro de piel. Alcanza la vejiga –en Escandinavia también hay colas en los lavabos de hombres-, el vientre -a los niños no se les puede hacer el típico “ring-ring” de los ombligos por temor a escapes repentinos-, pulmones, pecho y, por fin, el lugar donde se posa la ansiedad. Ese es el detonante del desbordamiento: cuando un escandinavo rompe a llorar, no hay nada que hacer. Se colapsan las cloacas, el agua sale a borbotones. Primero por los ojos, sí, pero a continuación por las orejas, la nariz, el pequeño poro infectado de la barbilla y así hasta llegar de nuevo a los orificios del cuero cabelludo. En este punto, los cuerpos pasan a ser utilizados por la Administración local como aspersores.

sábado, noviembre 10, 2007

INSTRUCCIONES

En honor a las instrucciones de Cortázar, en un curso de escritura nos invitaron a elaborar unas propias. Considero que las que a continuación os expongo son de gran utilidad y, por ello, os invito también a crear unas nuevas, vuestras, para compartir. Hay tantas cosas que serían más fáciles con unas simples intrucciones...

INSTRUCCIONES PARA MIRAR BIEN A LOS OJOS
Levántese, desplácese al cuarto de baño, lávese. Con la cara limpia, váyase a buscar una linterna y acérquese bien a un espejo. Mírese el ojo derecho con el izquierdo y apague y encienda de forma intermitente la linterna. Analice su pupila: ahora se abre; ahora se cierra; ahora se abre; ahora se cierra. Muy bien. Haga lo mismo con su ojo izquierdo y, una vez acabado el ejercicio, dígame si no se cree que los ojos tienen boca. Con esa fe, salga a la calle y cómaselos a todos.

Viva Clementina

Tengo una compañera de trabajo que cree en las señales. Para que el lector se haga una idea, ayer nos vinieron a visitar “personas-que-hacía-tiempo-que-no-veíamos-y-a-las-cuales-nos-hacía-ilusión-ver”. Hasta la tercera visita aquello no adquirió la dimensión de señal, pero fue ver llegar a la que sería la número 3 y que se encendiera la luz.

En este mismo sentido, el año pasado nuestra inversión de lotería se vio incrementada en un 300% y fue porque el número, sumado hasta su mínima expresión, es decir, despojado de todo artificio separatista, resultaba ser un cinco. No nos tocó, claro, pero qué duda cabe de que todo apuntaba a que el destino nos estaba mandando un mensaje.

Cuando hicimos el cambio de despacho tuvo en cuenta algunos preceptos aprendidos en libros de Feng Shui y, aunque el ambiente en el exterior sigue siendo un poco rancio, aquí dentro todavía no nos hemos acabado de podrir. Así que este post es un homenaje a su persona, como representante de todas aquellas personas que son capaces de ver más allá de lo evidente, que encuentran significados ocultos tras capas de mediocridad.

Pero, por último y sobre todo, es un homenaje a su último descubrimiento: las mandarinas aportan felicidad. Créanla por esta vez, dejen que sus dedos se impregnen de su olor cítrico, e incluso jueguen a espachurrar las pieles para salpicar al otro con el liquidillo que desprenden… Lo hemos probado y funcionaba. De hecho, llevamos dos semanas con la risa floja y, teniendo en cuenta cómo nos aprietan a veces las tuercas, no es de despreciar.