sábado, noviembre 17, 2007

The place where the ansiedad se posa

N. De Ll. lanzó una pregunta al aire: “Si el cuerpo humano tiene un 65% de agua, ¿en los países lluviosos se pueden desbordar los cuerpos?”
...Y el aire le respondió:
Así es, se desbordan por el siguiente procedimiento: el agua comienza a filtrarse en los cuerpos por los mismos poros del cuero cabelludo por los que se absorbe la vitamina Pro 5 del Pantene Pro-V. Se desliza por la superficie del cráneo como por la de un paraguas hasta encontrar un orificio que la conduzca a los entresijos del cerebro. Allí, la materia gris se vuelve blanca y, en cada pliegue de masa, se van posando las gotas que, poco a poco, con el tiempo, harán saltar los sistemas de conexión neuronal por inundación. Descienden por todas partes: por el interior de la frente, por el eje central que divide sus dos hemisferios, por su reverso alcanzando la nuca y rebotando en cada una de las vértebras. Llega al trasero y, si el país no es muy lluvioso, como es el caso de España, se queda ahí y las consecuencias no son graves: retención de líquidos, celulitis, caderas anchas... no hay más. Pero si el país es Escandinavia, donde además de llover, nieva, los efectos de la infiltración pueden ser devastadores. Las gotas alcanzan entonces la totalidad de las piernas, atraviesan los senderos marcados por las varices, resurgen en forma de ampollas al llegar a los pies y a continuación: lluvia y más lluvia. Agua y más agua. El nivel freático supera los tobillos y, de ahí, regresa con fuerza hacia las rodillas, llenando ahora cada espacio del interior del cilindro de piel. Alcanza la vejiga –en Escandinavia también hay colas en los lavabos de hombres-, el vientre -a los niños no se les puede hacer el típico “ring-ring” de los ombligos por temor a escapes repentinos-, pulmones, pecho y, por fin, el lugar donde se posa la ansiedad. Ese es el detonante del desbordamiento: cuando un escandinavo rompe a llorar, no hay nada que hacer. Se colapsan las cloacas, el agua sale a borbotones. Primero por los ojos, sí, pero a continuación por las orejas, la nariz, el pequeño poro infectado de la barbilla y así hasta llegar de nuevo a los orificios del cuero cabelludo. En este punto, los cuerpos pasan a ser utilizados por la Administración local como aspersores.

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