miércoles, noviembre 28, 2007

Berberechos sin vinagre

El tiempo se queda corto para ser uno mismo. Desplegarse frente al mundo en su versión de berberecho -igual del revés que del derecho- a menudo se reduce al encuentro con amigos, amores, familias u onanismos (también mentales). Y uno se pregunta: ¿a dónde vamos a parar mientras tanto? ¿Si durante demasiadas horas no nos desplegamos seguiremos teniéndonos a mano? Con esta inquietud, últimamente me miro más a menudo las manos. Al principio sólo veo carne, otras veces las manos de mi abuela, pero, al final, mi misma ausencia me recuerda que esos ojos son los míos.

P.D.: A partir de ahora voy a titular mis posts con nombres de platos. Es un truco rastrero para hacer caer a gente que busca en Google en mi blog, después de constatar que la cocina es uno de los mayores motivos de consulta en Internet. Como no tengo nada que explicar a nadie a este respecto, a parte de recomendarle el libro de magia "La cuina que no amoïna", el resto del post no tendrá nada que ver con el título.

P.D. 2: He recibido carta de Oliva! Está de erasmus en París, para culminar su formación mecanográfica...

3 comentarios:

Ra y Mon dijo...

He puesto 'berberechos sin vinagre' en google (entre comillas) y no hay ninguna entrada. A partir de mañana (cuando Google actualice su indice), al poner berberechos sin vinagre (entre comillas), nos encontraremos tu entrada. Me emociono, no tengo palabras...

El ocaso dijo...

¿Podemos suggerir algunos platos??

Miguel dijo...

Para seguir con la idea de berberechos sin vinagre, propongo "macarrones sin tomate" para la próxima entrada.