jueves, septiembre 27, 2007

Resistiré (o lo que es lo mismo: http://www.youtube.com/watch?v=SNZv46WnY2Q)

Llegas de vacaciones y has dejado de ser el junco pocho que caminaba con los hombros a la altura de los riñones para volver siendo un alto hierbajo con aspiraciones (1).

Me compraré una agenda, te dices, y allí plasmaré un plano postural que me permita mantenerme erguido a partir de ahora, respirando el aire de las alturas. O lo que es lo mismo, haces una lista de buenas intenciones con la ilusión casi infantil de poder sustituir las recomendaciones de una guía de viajes por las de tu impulso, que inevitablemente te empuja a seguir sintiendo que haces lo que te apetece (véase último post de fueradelapecera).

Ésta es una de las sensaciones más difíciles de atrapar y a medida que se nos escapa van cayendo frente a nuestros ojos barrotes de hierro, de diferentes diseños en función de nuestro imaginario –unos son más de El Mueble, otros de Casa viva, así que se manifiestan forjados, o lisos y gruesos, en mate o brillante-, pero todos con la única intención de distanciarnos del deseo para neutralizarlo.

Su gris nos empieza a empañar la vista, a filtrarse por debajo de la piel. Perdemos el color que todo el mundo realzaba a nuestra llegada. Y lo peor es que todos auguran el proceso inevitable. “En pocos días te cambiará la cara”.

Coges el metro y, de hecho, percibes el tono prisión en la frente del mundo, que poco a poco logra olvidar que un día cazaba colores al vuelo. Ingenuamente vuelves a creer que tú podrás escapar. Esta vez sí. Solo llevas tres días. El camino marcado parece tan frágil como el de Hänsel y Gretel, pero la esperanza se huele en el buzón: postales contrarrestan la cruel constatación de que la luz se paga de regreso.

Notas al pie:
(1): En sus acepciones de la RAE (rae.es):
2. f. Acción y efecto de pretender o desear algún empleo, dignidad u otra cosa.
3. f. En la teología mística, afecto encendido del alma hacia Dios.

Notas al aire: Oliva está haciendo un curso de mecanografía. Le he puesto cuatro camas elásticas a los lados del teclado y va practicando sus saltos a la letra correcta (ella también ha vuelto con aspiraciones)

domingo, septiembre 02, 2007

Oliva en Malasia

Oliva! Que haces en Malasia?? Ha estado a punto de comerte una gallina? Pero como has venido? En mi bolso? Tampoco esta tan desordenado! Que no has visto todavia ninguna otra oliva por aqui? Es cierto… Bueno, ya que has venido seguire siendo tu escriba algunos dias, pero no olvides que estoy de vacaciones.


Dias 1, 2 y la mitad del tercero de viaje: Kuala Lumpur

Esto esta lleno de edificios altisimos. No obstante, son mas agradables que abrumadores en su busqueda de la originalidad arquitectonica. En esto ninguno gana a las Petronas. A mi no me impresionan las torres, pero de noche parecen convertirse en torres de cristal y albergan, entre otras muchas cosas, centros comerciales de lujo por los que se pasean hombres y mujeres que, en muchos casos, llevan la cabeza cubierta por un velo. De estas, las que mas me sorprenden son las que van completamente de negro, dejando ver solo sus ojos, no son mayoria pero me pregunto si tendra algo que ver con su aficion por las olivas negras. Esto podria ser bueno o muy malo, asi que me mantengo escondida. Viajar en el bolso no resulta muy comodo aqui porque cada cruce se convierte en un sprint para el peaton. Hasta en los semaforos lo advierten! En lugar de un hombre verde caminando aparece corriendo. Eso cuando aparece, claro, porque hay semaforos en los que solo parecen habitar hombres rojos sin ninguna intencion de moverse.

Por lo que respecta al resto de habitantes, oigo que sus arboles genealogicos hunden sus raices en tierras diferentes, basicamente China, la India y la actual malasia. Hoy en dia todos conforman este pais, podria decirse que son los tres colores de una bandera, que por cierto este anyo (no hay enyes ni acentos aqui) forra desde edificios de oficinas, hasta coches o escuelas. El motivo es el 50 aniversario de la independencia del Estado. Nadie duda en exponer su patriotismo y no tienen desperdicio los programas especiales de television dedicados a generar expectacion para la gran celebracion prevista para el dia 31 de agosto. En todos ellos se preocupan por que la representacion de estos tres grupos sea equitativa, ya sea en los coros de ninyos y ninyas cantores como en la eleccion de los presentadores.

Vivo una cierta sensacion de caos excitante mientras caminamos por sus calles, pero a la vez este parece transcurrir dentro de un orden que parece condenarlo cada vez mas a la excepcion. De todo esto, debido a mi gran cerebro de oliva, deduzco que este no tiene cabida en las aspiraciones de modernidad estatales.

A pesar de sus dimensiones, la ciudad resulta abarcable a traves de autobuses y metros (tanto subterraneos como elevados unos metros sobre las aceras y carreteras), y nos ofrece la posibilidad de visitar mercados nocturnos llenos de artilugios de todo tipo y muy transitados, hasta templos dedicados a los diferentes dioses a los que se rinde culto aqui, a menudo en funcion de las mencionadas raices (una mezquita, un templo indio, los multiples altares chinos con incienso quemando por las calles…).

Ademas, resulta muy facil comunicarse con sus habitantes, pues no es dificil encontrar a gente que habla ingles de un modo comprensible (ahora agradezco haber insistido tanto para hacerme con el curso para aprenderlo en 1.000 palabras que tanto anunciaban por la radio). Una de esas comunicaciones se produce en una terraza llena de autoctonos, a pesar del nombre del bar al que pertenece: Nando’s. Compartimos mesa con una pareja de malayos que acaba regalandonos un traje como el que habitualmente visten las malayas. Lo llevaban a mano tras una tarde de compras, es como quien se va al Corte Ingles, se compra una camiseta y se la regala a un turista malayo tras mantener una conversacion agradablemente relajada en una terraza de las Ramblas (aunque ahi seria dificil encontrar autoctonos pagando 6 euros por una cerveza?).

No es el unico regalo que recibimos esa tarde, unos pasos antes, una pareja de indios dedicados a preparar guirnaldas de flores para ofrendar a los dioses insiste en regalarnos una (es ya la ultima hora del dia), en un instinto de desconfianza, supongo, profundamente arraigado en frases como esa de que nadie da duros a cuatro pesetas, seguimos adelante diciendo que no es necesario, gracias, pero insisten, insisten mucho. –Pero, por que? – Por nada, cogelas, huelen bien. Y asi es.