domingo, junio 25, 2006

Sudoku sudaba en el metro


Le gustaban los hombres que sudaban mucho, hasta empaparlo todo: camiseta imperio, camisa, abrazos y a ella. La imagen le ponía tan cachonda como revolcarse en la arena recién salida del agua.

Él, en cambio, odiaba ser el hombre fuente al que todos miran con recelo en el metro por temor a quedar empapados, por contacto, en una frenada.

Estaba tan habituado a esas miradas que, aquella tarde, la suya -la de ella- no le pesaba, por más que diferente.

¿Cómo acercarse y decírselo? “Me encantan los surcos que atraviesan tu pelo y dejan al descubierto la claridad del cuero. La manera en que mi propia sed obtiene la respuesta de tus poros abiertos. Y cómo el néctar de tus sienes cae sobre el sudoku que mata tus tiempos de trayecto”.

Nunca antes ningún hombre la había creído en su discurso, así que sólo lo miró. Una mirada sin peso. Y cuánto silencio.

1 comentario:

Ra y Mon dijo...

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1 . . | . 8 3 | . 9 .
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. 4 . | 8 . 9 | . 3 7
9 . . | . . . | . . 2
2 8 . | 5 . 6 | . 4 .
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. . 2 | 9 . . | 8 6 .
. 6 . | 1 4 . | . . 3
3 . 7 | . . 8 | . 5 .