lunes, octubre 22, 2007

Homenaje animal

Hay gente que detesta a los ermitaños, seres vivos del grupo de los cangrejos que se introducen en caparazones ajenos para: 1. camuflarse, 2. refugiarse.

Hasta hace poco desconocía su existencia. Me la descubrió alguien que, precisamente, los detesta. Y, después de conocerlos, a mí, en cambio, a veces me gustaría ser un ermitaño. Está bien, reformularé esta afirmación por si me lee algún genio-concede-deseos: “a mí, en cambio, a veces me gustaría disponer de sus recursos”. Estás en el trabajo y quieres desaparecer, te metes dentro del armario y empiezas a caminar hasta llegar a la calle sin que nadie se dé cuenta. Te puedo dar otro ejemplo: estás en una comida de compromiso, se te empieza a indigestar todo y quieres huir, te metes en la cazuela y te vas tranquilamente, o simplemente te quedas… pero en la cazuela. Hay testimonios de que todo se ve distinto desde una cazuela.

Cada vez lo tengo más claro, junto a los delfines-salva-hombres y los monos, los ermitaños serían capaces de reconocerse en un espejo como individuos, algo que, por si no sabíais, es sinónimo de inteligencia, y en humanos, a menudo también de inteligencia emocional.

Nota: Oliva sigue entrenando su mecanografía y no quiere hacer declaraciones para el diario por el momento. En el mundo vegetal, las olivas son de las pocas especies que se reconocen en los espejos como individuos (perdón a todos los biólogos y personas rigurosas del mundo por este post).

[Para ver su imagen, clickad en: www.morguefile.com (blogger no me deja cargarla)]

(El ermitaño os saluda. A Oliva tampoco le gustan)

1 comentario:

El ocaso dijo...

Sería interesante tener la caracola siempre apunto cada vez que hubiera un problema ... pero esto nos quitaría la salsa de la vida, no? Demasiado fácil.