domingo, febrero 03, 2008

Menú de lunes

“No se puede asegurar el futuro, sólo se puede perder el presente”. He aquí una de esas frases que nos invita, sobre todo, a actuar. Olviden la obsesión por los seguros -Mapfre, Ocaso, Santa Lucía…- y vivan mientras puedan. El familiar Carpe Diem, ¿quién no se ha apuntado alguna vez en una carpeta, en la esquina de una agenda escolar, en la mano misma esta máxima con la esperanza de no olvidarla, de que cada momento pase a ser memorable a partir de entonces? Y, sin embargo, seguimos haciendo equilibrios con el tiempo.

¿Cómo deshacernos del asunto pendiente “resolver la incertidumbre”? Hay quien asegura que es el peor de los males, indiscutible público objetivo para los planes de pensiones. Otros afirman que es posible vivir cada día a tope, y hay más: sin miedo. No sé si lo hacen, en realidad sólo he oído hablar de ellos. Después está el antes mencionado grupo de equilibristas. Y, por último, para consuelo de los anteriormente citados, uno puede tropezarse en el mundo con los diseñadores de futuro. Se caracterizan porque te pueden convencer (y seguro lo intentan) de que, aun persiguiendo un destino, se puede disfrutar del camino que, además, será el escogido si uno logra educar la imaginación para ello. Estos merecen un capítulo a parte y ahora estoy demasiado cansada para exponer sus riquezas, así que lo pospondré (no deja de tener gracia que lo haga en este post), pero dejo una pregunta para el presente: ¿podrías explicarle a tu gato lo que te gustaría hacer los próximos cinco años? Me doy al sueño. Mañana trabajo. A las nueve en el cubículo color crema. Tal vez en un post-it mini me quepa y pueda pegarlo en una esquina de la pantalla, lo podré observar durante 8 horas seguidas... Carpe Diem. Feliz lunes.

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